Tuesday, 26 October 2010

CHARLES DE FOUCAULD

Charles de Foucauld, conocido como el misionero del Sahara, nace en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar. En el 1885 viene exonerado del servicio militar por comportamiento no reglamentario y por una vida desordenada y desarreglada.
Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil él revela, no obstante, una voluntad fuerte y constante en las dificultades.
Charles dirá sobre sí mismo: “Por doce años, he vivido sin ninguna fe: nada me parecía suficientemente experimentado. La idéntica fe con la cual se seguían religiones tan diferentes me parecía como la condenación de cada fe (...). Por doce años estaba sin negar nada y sin creer en nada, desesperado por la verdad, y no creyendo tampoco en Dios, toda prueba de su existencia me parecía poco evidente”

Charles, después de abandonar el ejército francés, se dedica a exploraciones geográficas y emprende una peligrosa exploración a Marruecos en 1882, ganando la medalla de oro de la Sociedad Geográfica (1883- 1884). El África y el testimonio de fe de los musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: “Dios mío, si existes, haz que te conozca”.
Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886. Tiene 28 años. “Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él”.


Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir a Jesús en su vida de Nazaret. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después Akbes, en Syria. Enseguida Charles vive solo en la oración y adoración, cerca de las Clarisas de Nazaret.
Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero en Beni-Abbes, en el corazón del Sahara argelino, donde se da cuenta de que hay una muchedumbre de personas por evangelizar y un ministerio muy importante que realizar.
Pero durante los años que pasa en este oasis del desierto va experimentando una nueva transformación. Rompe con su auto impuesta clausura. Acepta con sencillez los acontecimientos que van en contra de lo que siempre había creído que era la voluntad de Dios y se deja llevar por las circunstancias, que son manifestación de la voluntad divina. Así, esta obediencia a cada instante le conduce a los tuaregs, instalándose en medio de ellos el año 1905 en Tamanrasset. Quiere ir al encuentro de los más alejados, “los más olvidados y abandonados”. Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, “el hermano universal”.
El padre Foucauld ha sido un testigo privilegiado de la experiencia de Dios en medio del mundo. Se ha creído que su presencia en la ermita del Asekrem, el punto más alto de las montañas del Hoggar, o en Tamanrasset, fue un retiro, como antaño hicieron los Padres del Desierto, pero fue todo lo contrario: partió para vivir la vida de Nazaret con los nómadas más aislados, por ser éste un lugar de tránsito de las caravanas, que ofrecía grandes ventajas para las relaciones con los tuareg, a los que hospedaba estableciendo relaciones de amistad.
Él quiere “gritar el evangelio con toda su vida” en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. “Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, cómo entonces será el Maestro...”. Once años convivirá con tuaregs, haciéndose uno de tantos, aprendiendo su lengua, sus costumbres, etc. Aprendiendo su idioma, logró traducir los Evangelios y publicar un imponente diccionario ilustrado. Los ayudaba también a protegerlos contra los ataques de los nómadas. (rezzau).

Charles de Foucauld vivió 16 años en tierras argelinas, y especialmente once entre los tuaregs hasta que llegó su muerte.
En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, Charles de Foucauld con poco más de 58 años, en la etapa de madurez de su vida, fue matado por la bala de un fusil disparado durante una escaramuza entre los nómadas del desierto que rodeaban la casa.
¿Cómo era su vida?
Era una vida de oración; vida de trabajo, realizando una tarea lingüística inmensa; preocupación por el progreso espiritual y material de las personas con las que vivía; luchando contra toda injusticia.
Con sus mismas palabras podemos entender el significado y el ideal al cual dedicaba su vida: “Dios construye sobre la nada. Es con su muerte que Jesús ha salvado al mundo; es sobre la nada de los apóstoles que fundó la Iglesia; es con la santidad y la nada de los medios humanos que se conquista el cielo y que la fe se propaga”.
Si hay una palabra que exprese mejor el mensaje de Charles que se dejó conducir por el Espíritu de amor exclusivo para Jesús y que lo ayudó a realizar su misión concreta, es la palabra “Nazaret”.
Es una llamada (la vocación es una llamada) a vivir el amor por la persona de Jesús en las situaciones comunes de la vida, como Él (Jesús), que vivió plenamente la relación filial con el Padre, viviendo en el seno de una familia, ejerciendo un oficio, viviendo en una aldea y caminando por las calles de Palestina.
Así la “misión” (la misión es un testimonio concreto, vivible, encontrable) de Charles de Foucauld es hacer notar que la vida de Nazaret se puede vivir en cualquier situación, en la vida religiosa, en la vida de familia, solo o haciendo vida en común. Creo que esta importante y definitiva característica de la vida de Charles de Foucauld no puede ser considerada una espiritualidad del desierto ni tampoco eremítica; es, por el contrario, como él mismo dice una “espiritualidad de la relación” en sus dos dimensiones, la humana y la divina: relación de amor con Dios y relación de amor con las personas que compartimos la vida. Es la imitación de la vida de Jesús, Jesús de Nazaret, que vivió, en medio de las relaciones interpersonales más comunes (Jesús encontraba las personas en diferentes formas), una relación única con el Padre.
Charles de Foucauld siempre soñó compartir su vocación con otros (cuando uno siente una llamada siempre nace el deseo de constituir una Compañía de personas que viven la misma vocación): después de haber escrito varias reglas religiosas; pensó que esta “vida de Nazaret” podía ser vivida en todas partes y por todos; quería lanzar un movimiento misionero universal hacia los más pobres y alejados de la Iglesia, que incluye a sacerdotes, religiosos y laicos, unidos “por la comunión de los santos”, practicando y trabajando allí donde se encuentren y asumiendo con la “paciencia de Dios” el desarrollo del misterio de la salvación.
Como se nos decía durante las vacaciones internacionales del año pasado No se trata de convertir diciendo: “Cristo” sino que se trata de vivir la experiencia. Cuando uno se encuentra en esta posición ve que también otros viven una experiencia similar, que es un pueblo grande, porque muchas y diferentes son las maneras del encuentro (esto quiere decir “la comunión de los santos”). Los santos son personas que pertenecen, que han sido agarradas, secuestradas y encontradas. Veo que hay una comunión de los santos o sea de gente que vive el acontecimiento que yo también vivo. Cada uno con su propia manera, cada uno con convicción y entusiasmo como me sucede a mí. No es que uno debe seguir como vive el otro, sino seguir según la manera en que Él lo ha encontrado. Y nosotros lo hemos encontrado en esta Compañía.
Hay un pueblo grande en el cual hay muchísimos carismas. El carisma es la manera a través de la cual Jesús nos ha encontrado.
Entonces el sueño de Charles de Foucauld era compartir su vocación con otros, pero este sueño se realizó después de su muerte cuando algunos hombres y mujeres, decidieron (realizando así el sueño de De Foucauld) constituir una familia religiosa: hoy hay 10 congregaciones religiosas y 9 asociaciones de vida espiritual que se inspiran en su carisma. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.
Jacques Maritain (1882- 1973) uno de los filósofos más importantes del siglo pasado, que se convirtió al catolicismo en el 1906, profesor y diplomático como embajador francés en el Vaticano y representante de Francia en la UNESCO, actualizaba de este modo el contenido esencial y común a todos los discípulos Padre Foucauld, que es su testamento: “Vuestro papel profético consiste en afirmar existencialmente el valor primordial de la proclamación del amor de Jesús a todas las personas, no ya por los grandes medios visibles, sino por el medio invisible o casi invisible de la simple presencia de amor fraternal en medio de los pobres y de los abandonados”.
Otra frase de Charles de Foucauld que refleja su amor a Jesús y nos explica que la vocación puede parecer una renuncia, pero que esta renuncia es siempre una renuncia aparente por una felicidad más grande, dice: “Cualquiera pueda ser mi tristeza, cuando me pongo a los pies del altar y digo a Nuestro Señor Jesús: “Señor, Tú eres infinitamente feliz y nada te hace falta” entonces debo agregar también: “Estoy feliz y nada me hace falta. Tu felicidad me basta” (..) Es la verdad, debe ser así, si queremos a Nuestro Señor”.
La causa de beatificación de Charles de Foucauld recibió un empuje decisivo el 24 de abril del 2005, cuando la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, en presencia del Papa Benedicto XVI, hizo público el decreto que reconoce sus virtudes heroicas. Charles de Foucauld fue beatificado el 13 de noviembre del 2005.

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