Antes de poner esta pregunta, hay que preguntarse: ¿porqué ser educador?
Y, antes aún, hay la pregunta: ¿qué es ser un educador? ¿qué significa educar?
1. ¿Qué es educar? Es transmitir una experiencia. La experiencia se transmite osmóticamente. Es transmisión de una vida.
También quien no quiera educar, de hecho educa. (Ver a los jóvenes de hoy como producto del educador - o no educador - de hoy)
Responsabilidad de quien está en contacto con los jóvenes en la edad evolutiva (estudiantes de secundaria y preparatoria); responsabilidad primaria de los profesores (de cualquier materia), siendo que es por medio de la materia (ocasión de contacto con los jóvenes) que el profesor transmite si mismo o una forma de vida (en bien o en mal, o neutralmente).
Por lo tanto: yo, profesor, no es que tengo que educar, lo hago de hecho (y, si no me doy cuenta de esto, lo hago en forma negativa).
2. La pregunta: “¿porqué ser educador?, por lo tanto, para un profesor, es una pregunta que no existe. El profesor es un educador de hecho (consecuencia del educar), desde momento en que empezó su profesión, desde el momento en que entró por primera vez en un salón de clase.
La pregunta tiene que ser: “¿tengo yo la conciencia, en frente de mi mismo, de Dios, del pueblo o de la humanidad o de la historia, que soy un educador, quizás sin quererlo?”.
recuperar esta conciencia mía personal en el hecho fundamental de mi seria posición humana: de mi depende el futuro (a través de mi relación de enseñanza a estos míos específicos jóvenes que tengo de frente).
3. Pero, entonces, como educador, porqué no me pregunto: “¿ a qué estoy educando?. Si la educación es transmisión de una experiencia de vida, la misma pregunta puede ser expresada así: “¿cuál experiencia, a través de mi enseñanza, estoy transmitiendo a los jóvenes que tengo en frente de mi?”.
Una nota importante: no se trata de una transmisión puramente técnica, sino de la transmisión de una experiencia, mía, de vida.
4. Por lo tanto, el punto es el siguiente: “¿cuál es mi experiencia de vida?”. En efecto, si por naturaleza transmito mi experiencia de vida, “¿qué experiencia de vida tengo yo?, ¿cuál es mi experiencia de vida?”.
El punto central del asunto es, por lo tanto, mi “yo”. ¿Cómo soy yo consciente del sentido de mi vida y cómo vivo?
5. Si digo que en la compañía he encontrado el sentido de mi existencia y el criterio para mis juicios y mis elecciones; si digo que en la compañía he encontrado el punto central, cultural, para todo; si la compañía es para mí un conjunto de nuevas relaciones, vividas según Cristo, que, en el encuentro con la realidad, da respuestas que “responden” a mí y a todo; si es así, ésta es la experiencia de vida que tendría que transmitir yo.
Si esta compañía no se transmite, no hay otra causa: es porque no soy verdadero conmigo mismo.
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